Lugares y paisajes de cazadores-recolectores en la pampa bonaerense : Cambios y continuidades durante el Pleistoceno final-Holoceno Mazzia, Natalia Doctor en Ciencias Naturales Dirección: González, María Isabel Co-dirección: Bonomo, Mariano Facultad de Ciencias Naturales y Museo 2011 Acceso en: http://naturalis.fcnym.unlp.edu.ar/id/20120126001055 Naturalis Repositorio Institucional http://naturalis.fcnym.unlp.edu.ar Universidad Nacional de La Plata Facultad de Ciencias Naturales y Museo Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional Powered by TCPDF (www.tcpdf.org) http://naturalis.fcnym.unlp.edu.ar https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es http://naturalis.fcnym.unlp.edu.ar http://www.tcpdf.org A mis papás, Nidia y Leonardo, a Diego. ii AGRADECIMIENTOS Afortunadamente, son muchas las personas que de una u otra forma hicieron que este trabajo de tesis llegue a destino. Cada una de ellas hizo un aporte que en la mayoría de los casos no solo fue de ayuda en el trabajo que debía realizar, sino también logrando que los días que me llevó hacerlo fueran mucho más lindos. Desde antes de que todas estas ideas sean un proyecto y luego una tesis, Nora Flegenheimer estuvo presente. Con su compañía constante me enseñó una forma de hacer arqueología y de convivir con el trabajo que ello implica. Durante todos estos años Nora fue para mí una directora y una compañera indispensable en el trayecto. A ella debo agradecerle que me haya abierto la puerta de la oficina pero fundamentalmente que me haya abierto el camino a las sierras. Sin su generosidad y apoyo todo hubiera sido mucho más difícil. A María Isabel González y Mariano Bonomo, directores de esta tesis, les debo agradecer la confianza que me brindaron al comprometerse en la tarea de dirigir. Ambos tuvieron la paciencia para esperar la demora de cada uno de los capítulos, la dedicación y minuciosidad para corregirlos y las palabras precisas para enriquecerlos. Isabel, además, supo ejercer la suave presión que necesitaba para seguir adelante acompañada de un constante y cariñoso aliento. El trabajo de procesamiento de imágenes y de utilización de Sistemas de Información Geográfica fue posible sólo gracias a la increíble generosidad de Juan Carlos Gómez. Él brindó su conocimiento, su tiempo e incluso su propio trabajo para ayudar en mi tarea, además de facilitarla considerablemente con equipamiento, programas y materiales. A Juan Carlos le agradezco muchísimo por todo esto, pero más aún por el cariño y la paciencia con los que estuvo presente en mi trabajo durante todos estos años. En este agradecimiento debo sumar a otras dos personas: a Roxana Cattáneo por haberme acercado al trabajo de Juan Carlos y a Diego Gobbo por haber respondido a cada uno de los llamados desesperados con la solución necesaria. Además, Mauricio Quiroz de la UNMdP gentilmente me facilitó algunas imágenes que él ya había procesado y la Fundación La Dulce me cedió imágenes satelitales. En los primeros pasos de mi carrera, el acompañamiento de Cristina Bayón fue fundamental. Ella fue la que me enseñó la importancia de la prolijidad en el trabajo de campo y me dio las pautas para ordenar muchas de las ideas sueltas que ya daban vueltas por mi cabeza. Y al hablar de comienzos no puedo dejar de recordar y agradecer iii profundamente a Cristina Scattolin, quien, quizás sin saberlo, durante sus maravillosas clases en la facultad me mostró el tipo de arqueología en la que quería trabajar. En tanto que durante mis primeros pasos doctorales resultó sumamente importante el apoyo brindado por Laura Miotti. Ya en las sierras, muchas personas acompañaron las largas caminatas, los golpes entre las piedras, los raspones con los curros, las interminables lluvias, la sorpresiva nevada, las charlas de cuadrícula, la emoción de los hallazgos. Según el orden de aparición en el ámbito serrano, quiero dar las gracias a Clara Scabuzzo, Diego Mamán, Lucas Turnes, Lautaro Villarino, Edgardo Ferraris, Mariana Vigna, Celeste Weitzel, Damián Bozzuto, Francisco Guichón, Fabián de Haro, Marisol Schwab, Marianela Siegrist, Romina Vázquez, Carolina Pérez Levalle, Lorena Ramundo, Lautaro Gianola, Pablo Villar, Juan Ebbens, Daniel Brumec, María Pérez. Entre todos ellos, Marisol, Fabián, Diego y Carolina merecen un reconocimiento aparte por reincidir y por la paciencia con la que supieron acompañar mis miedos. Para poder comprender mejor la estratigrafía de los sitios excavados tuve el privilegio de que Marcelo Zárate pudiera visitarlos, muestrearlos y pensarlos. Sin dudas, su ayuda enriqueció mi trabajo y mi formación. Los trabajos de campo no hubieran sido posibles sin la colaboración de quienes viven y/o trabajan en las sierras. Los Sres. Petrozzi, Carseller, Babería y Gómez me brindaron la posibilidad de visitar, circular y permanecer en los distintos cerros. En numerosas ocasiones Claudio, Aurora, Guzmán, Rubén y Eduardo me ofrecieron su ayuda. En tanto Carlos Fernández y las familias Gómez, Ojeda Bernal, Pérez Rocattagliata y Zappia Teruggi nos brindaron un lugar para permanecer muy cerca de las sierras en los distintos trabajos de campo. Una de estas familias no sólo me ofreció un apoyo incondicional en las estadías sino que se convirtió en un motivo más para visitar las sierras: un agradecimiento especial y con mucho cariño va destinado a Sergio, Andrea, Federico, Luly y Marcos. Los traslados durante los trabajos de campo en ocasiones presentaron algunas dificultades, pero siempre hubo gente dispuesta a dar una mano y un aventón, incluso en las innumerables ocasiones en que predominaron las tormentas y los caminos resbaladizos. Por ello quiero agradecer a Nora Flegenheimer, Sergio Zappia, Rodolfo Pérez, Juan Almonacid, Ojeda, Pablo Ledesma y Jorge Heger de la Municipalidad de Lobería, Matías y Oscar Benés. También quiero darle las gracias a Luis Carrasco por el préstamo desinteresado de una casilla. Todas estas personas dejaron de ser molestadas iv con la llegada del Falcón al equipo de trabajo gracias a la generosidad de Juan y Nora Flegenheimer; además, Mariano Colombo siempre se ocupó de que el auto estuviera listo para salir andar. En las sierras, en Dos Naciones, en Lobería, Necochea y Balcarce muchas personas accedieron a contar sus historias en las entrevistas enriqueciendo mi visión sobre el mundo serrano, a todos ellos: mil gracias. Además, en la ciudad de Lobería tuve el apoyo de Nelly Motalivet, Pablo Ledesma, Jorge Heger y el grupo de amigos del Museo G. P. Noseda. Para poder sumar algunos de los aportes que la química ofrece al conocimiento arqueológico recibí la ayuda de muchas personas, pero en cada uno de los pasos dados tuve el acompañamiento, las críticas y las sugerencias de Leonardo Mazzia. La formación inicial en las posibilidades de los estudios cromatográficos fue en Tucumán de la mano de María del Pilar Babot y de Susana Borkosky y María Inés Ybarra en el Instituto de Química Orgánica (UNT). Luego, el ajuste del método a los materiales líticos serranos fue posible gracias a las ideas y el tiempo de Diana Constenla en Plapiqui (UNS), en la ciudad de Bahía Blanca. La última escala fue en Mar del Plata, en el laboratorio de la empresa Materia Hnos. Allí, la generosidad de sus propietarios y del director del laboratorio, el Ing. Ferrari, me abrieron las puertas y pusieron a disposición el espacio, el equipamiento y los materiales para realizar una cantidad de muestras que no hubiera sido posible hacer con ningún presupuesto de investigación. En el laboratorio, Marcela Sánchez y sus colaboradoras, Melina, Patricia y Mara, me enseñaron y ayudaron con mucha paciencia y la mejor predisposición al tiempo que desarrollaban sus propios trabajos. Les agradezco mucho a todos ellos por el importantísimo aporte que han hecho a esta investigación. Otra parte importante del trabajo realizado tuvo lugar en Necochea. Quiero agradecer enormemente la generosidad y confianza de Perla y Eduardo Lob por compartir conmigo su hogar necochense, haciendo que mis viajes resulten mucho más cómodos mirando el mar. Y un gracias muy especial a la familia Burllaile Flegenheimer: René, Julieta y Nora, por dejarme invadir sus horas y sus rutinas tantas veces en todos estos años. Hubo muchas personas que amablemente contestaron mis preguntas, analizaron los materiales, leyeron críticamente algunos párrafos o me facilitaron bibliografía, espero sinceramente no haberme olvidado de ninguna: Marcelo Zárate, Nora Franco, Andrés Izeta, Virginia Pineau, Alejandra Pupio, Romina Frontini, Rodrigo Vecchi, v Paula Barros, Diana Mazzanti, María Magdalena Frère, Claudio Walzer, Daniel Poiré, Mariano Ramos, María del Pilar Babot, Juan Brardinelli, Mariel Cremonesi, Clara Scabuzzo, Celeste Weitzel, Damián Bozzuto, Cristina Bayón, Enrique Terranova; Francisco Erize y Lorena Herrera. Al momento de poner por escrito todo el trabajo realizado, Valeria y Silvina Mazzia siempre dieron buenos consejos para mejorar la redacción y el estilo. También Silvina, alternándose con Karina Guerreño, revisó las versiones en idioma inglés de lo que tuviera que escribir. En momentos en los que el tiempo comenzó a apremiar Patricia Palacio, Celeste Weitzel y Clara Scabuzzo me ayudaron a revisar y ordenar la bibliografía. Durante todo este tiempo tuve la suerte de estar acompañada y sostenida por personas maravillosas que despejaban mi cabeza y alegraban mis días. Cada uno a su manera, el Pola, Clara, Pedro, Cel, Lore, Kary, Carola, Pau, Mariel, Lucía, Nadia y Fer, estuvieron presentes. Mi familia representó en todos estos años el apoyo más importante que me permitió seguir avanzando en este camino. Silvina, Valeria, Gustavo, Candela, Nicolás y Lorenzo acompañaron cada uno de mis pasos. Un gracias aparte y gigante es para mis papás, Nidia y Leonardo. Ellos fueron mi sostén incondicional en lo personal, lo anímico y lo material. Por último, hubo una persona que vivió como si fuera propio cada uno de los estados de ánimo que atraviesa una tesista. Diego estuvo todos los días, a toda hora, listo para recorrer las sierras, escuchar y discutir junto a la computadora y darme las palabras justas y los abrazos necesarios para que esta tesis lograra llegar a destino. A todos: GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS Esta investigación fue realizada en el marco de los proyectos El uso del paisaje y los recursos minerales de los grupos cazadores-recolectores en las Sierras de Tandilia, PIP 112-200801-02979. 2009/2011, CONICET, dirigido por Nora Flegenheimer y Cazadores recolectores pampeanos: estudio social de su registro material, PICT 2006 Nº 717. 2008-2010, ANPCyT, dirigido por Ma. Isabel González. vi ÍNDICE GENERAL RESUMEN Xvii INTRODUCCIÓN 1 CAPÍTULO I Marco espacial y temporal 5 1. Espacio físico 5 1.1. Delimitación del área de estudio 5 1.2. Características generales del entorno físico y natural 7 1.2.1. Relieve 7 1.2.2. Agua 10 1.2.3. Cubierta vegetal 13 1.2.4. Fauna 17 1.2.5. Clima 20 2. El espacio humano y su temporalidad 22 2.1. El pasado y las investigaciones arqueológicas en la zona 22 2.2. Presente: campo y ciudad, la comunidad local 32 CAPÍTULO II Perspectivas teóricas sobre el espacio como objeto de estudio 36 1. El paisaje: su acepción occidental cotidiana y su introducción en las ciencias 36 2. El rol del espacio en las investigaciones arqueológicas 39 2.1. Primeras aproximaciones: determinismo vs. Posibilismo ambiental, áreas culturales, difusionismo 39 2.2. Interrelación dinámica entre sociedad y medio: sistemas de asentamiento, ecosistema, aprovechamiento de los recursos y análisis distribucionales 40 2.3. Aplicaciones en la arqueología pampeana 46 2.4. Paisajes sociales: percepción, experiencia y subjetividades 48 2.5. Arqueología del detalle en el espacio: los lugares del pasado 53 3. El paisaje en la arqueología de la región pampeana 56 4. Diferentes formas de representación del espacio y la arqueología del paisaje 58 CAPÍTULO III Estrategias de investigación 67 1. Sobre el terreno: trabajo de campo arqueológico 68 2. Sobre los objetos: diferentes técnicas empleadas para el análisis de los materiales arqueológicos recuperados 73 3. Sobre el terreno virtual: procesamiento de imágenes y análisis mediante SIG 85 4. Sobre las personas: trabajo de campo antropológico 91 CAPÍTULO IV Lugares de cazadores recolectores a través del tiempo -I-: nuevos sitios arqueológicos en la microrregión serrana 94 1. Sitios arqueológicos definidos por recolección superficial 98 1.1. Lomada Balz 98 1.1.1. Análisis de visibilidad 100 1.1.2. Lomada Balz, un lugar en la llanura serrana 103 1.2. Calle de los Curros 104 1.2.1. Análisis de visibilidad 106 1.2.2. Calle de los curros, un lugar de paso obligado en la llanura serrana 108 vii 1.3. Cueva Sum 109 1.3.1. Análisis de visibilidad 111 1.3.2. Cueva Sum, un amplio espacio protegido, próximo a la cima de Sierra Larga N 113 2. Sitios arqueológicos definidos por excavación 113 2.1. Los Tulis 113 2.1.1. Características constructivas, excavación y descripción estratigráfica 114 2.1.2. Análisis químicos de sedimentos 121 2.1.3. Materiales arqueológicos: descripción y resultados de los diferentes análisis 123 2.1.4. Evidencias más allá del sitio 130 2.1.5. Análisis de visibilidad 131 2.1.6. Las características del sitio Los Tulis en contexto regional 135 2.1.7. Los Tulis, construcción de piedra en la cima de Sierra Larga N 138 2.2. Cueva del Labrador 139 2.2.1. Características espaciales, excavación y descripción estratigráfica 141 2.2.2. Materiales arqueológicos: descripción y resultados de sus análisis 143 2.2.3. Análisis de visibilidad 146 2.2.4. Cueva del Labrador como lugar 149 2.3. El Ajarafe 150 2.3.1. Descripción del entorno y delimitación del área de excavación 151 2.3.2. Estratigrafía, distribución de los hallazgos en el perfil y cronología de las ocupaciones humanas 154 2.3.3. Materiales recuperados en el sitio y análisis realizados 157 2.3.3.1. Durante el Holoceno tardío final 158 2.3.3.2. Durante el Holoceno tardío inicial, o incluso antes 160 2.3.3..3. Durante el Holoceno temprano 172 2.3.4. Análisis de visibilidad 185 2.3.5. El Ajarafe, un lugar en distintos momentos del Holoceno 191 2.4. Cueva Zoro 194 2.4.1. Delimitación del área excavada, estratigrafía y cronología de las ocupaciones humanas 196 2.4.2. Descripción de los materiales recuperados en el sitio y resultados de los análisis realizados 200 2.4.3. Análisis de visibilidad 214 2.4.4. Cueva Zoro, un lugar para los pobladores tempranos de las sierras 218 CAPÍTULO V Lugares de cazadores recolectores a través del tiempo -II-: otros sitios arqueológicos en la microrregión serrana 221 1. Localidad arqueológica Cerro La China 222 1.1. Cerro La China sitio 1 225 1.2. Cerro La China sitio 2 250 1.3. Cerro La China sitio 3 254 1.4. Análisis de visibilidad 270 1.5. Cerro La China, diferentes lugares en una serranía pequeña 276 2. Localidad arqueológica Cerro El Sombrero 277 2.1. Cerro El Sombrero Cima 278 2.1.1. Análisis de visibilidad 293 2.1.2. Cerro El Sombrero Cima, un lugar singular para los tempranos pobladores serranos 297 2.2. Cerro El Sombrero Abrigo 1 299 2.2.1. Análisis de visibilidad 301 2.2.2. Cerro El Sombrero Abrigo 1, un pequeño lugar reparado para tareas particulares 304 viii 3. Los Helechos 305 3.1. Análisis de visibilidad 307 3.2. Los Helechos, un refugio de paso en el cerro Chato 310 4. Dos Naciones 310 4.1. Análisis de visibilidad 312 4.2. Dos Naciones, un lugar mortuorio en la llanura serrana 315 5. San Verán 315 5.1. Análisis de visibilidad 317 5.2. San Verán, construcción lítica en un valle serrano 319 6. Lobería 1 319 6.1. Lobería 1, un lugar visitado recurrentemente durante el holoceno, singularizado en momentos tardíos 323 7. La Cautiva 324 7.1. La cautiva, un lugar transitorio singularizado mediante expresiones artísticas 325 CAPÍTULO VI Lugares de cazadores recolectores a través del tiempo -III-: más allá de la microrregión serrana 327 1. Canteras arqueológicas en el sector centro-oriental del sistema serrano de Tandilia: abastecimiento de ortocuarcitas GSB en el arroyo Diamante 327 1.1.Canteras arqueológicas a la vera del arroyo Diamante, lugares persistentes a través del tiempo 332 2. Morar en las lagunas, el ejemplo de la localidad arqueológica El Guanaco en la llanura interserrana costera 333 CAPÍTULO VII 352 Lugares serranos en el presente: percepciones, experiencias e historias contemporáneas 1. Vivir en la ciudad, cerca de las sierras 353 1.1. Las sierras como espacio turístico 358 2. Vivir, trabajar y estudiar al pie de las sierras 362 2.1. El almacén 362 2.2. Los campos 365 2.3. Las escuelas 369 3. Trabajar en las sierras 371 3.1. Recolectar en la actualidad: los helecheros 371 3.2. Vigilar las sierras: seguridad privada 378 3.3. Investigar en las sierras: la experiencia de una arqueóloga 381 CAPÍTULO VIII Entramado de lugares a través del tiempo 386 1. Los lugares arqueológicos 386 1.1. El foco sobre los detalles 387 1.1.1. Los objetos, su manufactura y su procedencia 387 1.1.2. Las sustancias atrapadas en los objetos 390 1.2. El foco sobre una perspectiva más amplia 393 1.2.1. SIG y experiencias subjetivas del espacio 393 2. Las relaciones entre lugares a través del tiempo 394 2.1. Durante el Pleistoceno final/ Holoceno temprano 398 2.2. Durante el Holoceno medio 417 2.3. Durante el Holoceno tardío 2.4. Durante el período post conquista 420 425 PALABRAS FINALES 431 ix ANEXO EN DVD: INTRODUCCIÓN 1. Cromatogramas 2. Productos del procesamiento de imágenes 2.1. Modelo de elevación digital del terreno 2.2. Mosaicos de fotografías áreas georreferenciadas 2.3. Un paseo virtual por la microrregión serrana 434 435 435 435 436 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 437 x ÍNDICE DE FIGURAS CAPÍTULO I 1.1. Detalle del área estudiada en el mapa de la provincia de Buenos Aires 6 1.2. Detalle del área serrana bajo estudio e identificación de los cerros 8 1.3. Icnitas de Scolicia isp. en el cerro El Sombrero 9 1.4. Mapa hidrográfico publicado por Suárez García (1940). 12 1.5. Colletia paradoxa: curro 16 1.6. Escudo del partido de Lobería 33 CAPÍTULO III 3.1. Fotografía aérea de la cima de Sierra Larga, identificación de estructuras pircadas 70 3.2. Fotografía aérea de la cima de Sierra Larga, identificación de fuente de agua superficial temporal 70 3.3. Uso de piezas experimentales 81 3.4. Esquema del proceso de trabajo con imágenes 88 3.5. Ejemplo de MED, en vista 3D, con mosaico de fotografías aéreas e imágenes satelitales 89 CAPÍTULO IV 4.1. Ubicación de áreas prospectadas por medio de excavación de sondeos sobre un mosaico de fotografías aéreas georreferenciadas 96 4.2. Ubicación de los nuevos sitios arqueológicos sobre un mosaico de fotografías aéreas georreferenciadas de Sierra Larga 97 4.3. Ubicación del sitio Lomada Balz 98 4.4. Gráfico de visibilidad teórica 101 4.5. Vista desde el sitio Lomada Balz hacia el N, NO y O 102 4.6. Vista desde el sitio Lomada Balz hacia el O y SO 102 4.7. Vista desde el sitio Lomada Balz hacia el S, SE y E 103 4.8. Fotografía del sitio La calle de los curros visto desde el SO en dirección NE 104 4.9. Gráfico de visibilidad teórica 107 4.10. Vista desde el sitio Calle de los curros hacia el OSO 108 4.11. Fotografía del sitio Cueva Sum 109 4.12. Gráfico de visibilidad teórica 112 4.13. Vista desde el sitio Cueva Sum hacia el NE, E y SE 112 4.14. Ubicación del sitio Los Tulis 114 4.15. Planta general 2D y vista 3D del sitio Los Tulis 115 4.16. Detalle de muro pircado 116 4.17. Foto y vistas 3D del detalle de construcción de la estructura semi-perimetral rectangular y ubicación de los sectores excavados 117 4.18. a-Laja Nº 3 de la pared E-SE contando desde la pirca; b-detalle del extremo que estaba enterrado 119 4.19. Perfiles estratigráficos 120 4.20. Piso de lajas en la cuadrícula 1 y en la ampliación de la cuadrícula hacia la pared 121 4.21. Detalle de conglomerado de cuarcita local con rodados en una laja del sitio Los Tulis 125 4.22. Dibujo esquemático y foto de la pieza T1 8 125 4.23. Conjunto de pigmentos minerales hallados en el sitio Los Tulis 126 4.24. Fragmentos de húmeros de Ovis aries 127 4.25. Restos vítreos recuperados en el sitio Los Tulis 129 xi 4.26. Fragmentos de varillas de hierro halladas en el sitio Los Tulis 129 4.27. Laja clavada aislada en la cima de Sierra Larga N desde donde se tiene una perspectiva visual del cerro El Sombrero 130 4.28. Gráfico de visibilidad teórica 132 4.29. Vista desde el sitio Los Tulis hacia el N y el NE 133 4.30. Vista hacia el E (A) y el SE (B) desde el interior de la estructura 134 4.31. Perspectiva visual desde el sitio Los Tulis en dirección S 134 4.32. Vista desde el sitio Los Tulis hacia el O y el SO 135 4.33. Ubicación del sitio Cueva del Labrador 140 4.34. Ubicación del sitio en la pendiente, vista desde la cima del lado S de la Puerta del Diablo 140 4.35. Techo derrumbado sobre el reparo rocoso 141 4.36. Planta 2D y vista 3D del sitio Cueva del Labrador, distribución de cuadrículas y sondeos 142 4.37. Esquema y fotografía del perfil estratigráfico 143 4.38. Dibujo esquemático y foto de la pieza L 8 146 4.39. Gráfico de visibilidad teórica 147 4.40. Vista hacia el S y SO desde la entrada del sitio Cueva del Labrador 148 4.41. Vista hacia el S y SO desde el interior del sitio Cueva del Labrador, el desglosamiento de fotografías implica un movimiento corporal 148 4.42. Ubicación del sitio El Ajarafe 151 4.43. Vista del sitio El Ajarafe y sus alrededores 152 4.44. Planta y vistas 3D del sitio El Ajarafe con distribución de los sectores excavados 153 4.45. Esquema y fotografía del perfil estratigráfico 154 4.46. Gráfico de dispersión de los materiales arqueológicos en el perfil de suelo 157 4.47. Representación gráfica de los porcentajes de materia prima 161 4.48. Esquema y fotografía de AJ 8 164 4.49. Esquema y fotografía de AJ 13 165 4.50. Esquema y fotografía de AJ 4 165 4.51. Representación gráfica de los porcentajes de materia prima 173 4.52. Esquema y fotografía de Aj 140 176 4.53. Esquema y fotografía de Aj 10 176 4.54. Esquema y fotografía de Aj 41 178 4.55. Esquema y fotografía de Aj 6 179 4.56. Fotografía de Aj 3 179 4.57. Gráfico de visibilidad teórica 186 4.58. Perspectiva visual desde el interior del abrigo rocoso 187 4.59. Perspectiva visual desde el techo del abrigo en dirección NNO 188 4.60. Perspectiva visual desde el techo del abrigo en dirección ONO 188 4.61. Perspectiva visual desde el techo del abrigo en dirección NNE 189 4.62. Perspectiva visual desde el techo del abrigo en dirección OSO 189 4.63. Perspectiva visual desde el techo del abrigo en dirección SSO 190 4.64. Cambios en las condiciones de visibilidad según las condiciones climáticas 191 4.65. Interior del reparo rocoso 193 4.66. Ubicación del sitio Cueva Zoro 194 4.67. Ubicación del sitio en la parte superior de la ladera N de Sierra Larga N 195 4.68. Diferentes vistas fotográficas del sitio Cueva Zoro 196 4.69. Planta y vistas 3D del sitio Cueva Zoro con ubicación de las cuadrículas excavadas 197 4.70. Esquema y fotografía del perfil estratigráfico 198 4.71. Gráfico de dispersión de los materiales arqueológicos en el perfil de suelo 199 4.72. Representación gráfica de los porcentajes de materia prima 201 4.73. Esquema y fotografía de Z1 58 205 4.74. Esquema y fotografía de Z4 54 205 4.75. Esquema y fotografía de Z1 59 205 4.76. Esquema y fotografía de Z4 57 206 xii 4.77. Esquema y fotografía de Z1 60 206 4.78. Gráfico de visibilidad teórica 215 4.79. Perspectiva visual desde el interior del abrigo rocoso 216 4.80. Perspectiva visual hacia el NO/N/NNE desde la entrada del abrigo rocoso, junto al afloramiento 217 4.81. Perspectiva visual hacia OSO desde la entrada del abrigo rocoso, junto al afloramiento 217 4.82. Perspectiva visual hacia el E desde la entrada del abrigo rocoso, junto al afloramiento 218 CAPÍTULO V 5.1. Ubicación de los sitios arqueológicos un mosaico de fotografías aéreas georreferenciadas 222 5.2. Vista del cerro La China desde el N (ladera opuesta a la que se encuentran los sitios), desde el camino vecinal que atraviesa la Puerta del Diablo 223 5.3. Vista del sitio LCH1 desde el sector S 226 5.4. Molino de mano, pieza 35/1 2003 228 5.5. Núcleo bipolar, pieza 35/1 946 228 5.6. Instrumento compuesto por yunque y sobador, pieza 35/1 1664 230 5.7. Artefacto con retoques sumarios, pieza 35/1 1054 231 5.8. Raedera lateral bifacial, pieza 35/1 1887 232 5.9. Raedera denticulada lateral de filo festoneado, pieza 35/1 1665 233 5.10. Artefacto con retoques sumarios, pieza 35/1 363 234 5.11. Punta entre muescas, pieza 35/1 1985 235 5.12. Cepillo, pieza 35/1 1174 236 5.13. Raedera lateral con filo alternante, pieza 35/1 2001 236 5.14. Tiesto cerámico 35/1 2118 238 5.15. Raspador fragmentado, pieza 35/1 124 240 5.16. Instrumento compuesto, pieza 35/1 1504 242 5.17. Raedera, pieza 35/1 2296 243 5.18. a- artefacto con retoques sumarios, pieza 35/1 1649; b- instrumento compuesto, pieza 35/1 864 244 5.19. Raspador, pieza 35/1 1045 245 5.20. Forma base, pieza 35/1 846 246 5.21. Raedera, pieza 35/1 611 246 5.22. Instrumento incompleto, pieza 35/1 582 247 5.23. Instrumento compuesto, pieza 35/1 1225 248 5.24. Bifaz fragmentada, pieza35/1 381 249 5.25. Fotografía del sitio 2 de la localidad Cerro La China 250 5.26. a- instrumento compuesto, pieza 35/2 38, b- núcleo bipolar, pieza 35/2 35, c- núcleo bipolar, pieza 35/2 25 253 5.27. Excavación en el sitio 3 del Cerro La China 255 5.28. a- cepillo, pieza 35/3 1491, b- raedera, pieza 35/3 758; c- cuchillo, pieza 35/3 1516; d- pieza foliácea, 35/3 1863; e- raspador, pieza35/3 14 258 5.29. Artefacto con retoques sumarios, pieza 35/3 90 259 5.30. Núcleos bipolares, a- pieza 35/3 900; b- pieza 35/3 29 261 5.31. a- núcleo bipolar, pieza 35/3 250; b- nucleiforme, pieza 35/3 1800; c- artefacto mediano pequeño de bisel oblicuo, pieza 35/3 969 263 5.32. a- artefacto con retoques sumarios, pieza 35/3145; b- cuchillo, pieza 35/3 695 264 5.33. Raedera, pieza 35/3 966 265 5.34. Perforador, pieza 35/3 65 266 5.35. Posible cepillo, pieza 35/3 858 267 5.36. Lasca angular inclinada, pieza 35/3 1673 267 5.37. Muesca, pieza 35/3 1435 268 xiii 5.38. Artefacto con retoques sumarios, pieza 35/3 853 269 5.39. Raedera, pieza 35/3 1358 269 5.40. Vista del cerro La China desde el SE 271 5.41. Gráfico de visibilidad teórica 272 5.42. Vista desde LCH3 hacia el ENE 273 5.43. Vista hacia el ESE desde una posición intermedia entre los sitios 2 y 3 273 5.44. Vista desde LCH2 hacia el S, en dirección a LCH1 274 5.45. Vista desde la cima del cerro La China hacia el SE 275 5.46. Vista desde la cima del cerro La China hacia el N 275 5.47. Cerro El Sombrero visto desde el SO 278 5.48. Vista de la cima del cerro El Sombrero desde su extremo N 279 5.49. Piedra discoidal 282 5.50. Fragmentos de esferas 283 5.51. Fragmento de piedra discoidal, pieza S12 304 23 284 5.52. Fragmento indiferenciado, pieza S12 304 39 285 5.53. Punta de proyectil fragmentada, pieza S12 404 1 286 5.54. Puntas de proyectil fragmentadas, a- pieza S12 404 2; b- pieza S13 905 3 287 5.55. Punta de proyectil fragmentada, pieza S11 W130 4 288 5.56. Puntas de proyectil fragmentadas, a- pieza S12 403 2; b- pieza S12 404 3 289 5.57. a- forma base secundaria, pieza S12 404 8; b- raedera, pieza S12 106 6; c- fragmento de cuchillo, pieza S12 405 11 291 5.58. a- forma base, pieza S12 203 38; b- raedera, pieza S13 27 12 292 5.59. a- fragmento indiferenciado, pieza S7 102 1; b- raclette, pieza S12 205 bis5 293 5.60. Gráficos de visibilidad teórica 294 5.61. Vista desde la cima del cerro El Sombrero hacia el N-NO 295 5.62. Vista desde la cima del cerro El Sombrero hacia el O-NO 296 5.63. Vista desde la cima del cerro El Sombrero hacia el S 296 5.64. Vista desde la cima del cerro El Sombrero hacia el E-SE 297 5.65. Distintas vistas del cerro El Sombrero 298 5.66. Vista de frente de la entrada del sitio Abrigo 1 del cerro El Sombrero 300 5.67. Gráfico de visibilidad teórica 302 5.68. Vista desde el sitio Cerro El Sombrero Abrigo 1 hacia el N 303 5.69. Vista desde el sitio Cerro El Sombrero Abrigo 1 hacia el O 304 5.70. Vista del sitio Los Helechos desde el S 306 5.71. Gráfico de visibilidad teórica 308 5.72. Vista desde el sitio Los Helechos, arriba-: hacia el N; abajo- hacia el NO 309 5.73. Vista desde el sitio Los Helechos hacia el SSO 309 5.74. Fotografía del lugar en donde fueron hallados los restos humanos, con vista hacia el SSE 311 5.75. Croquis de ubicación del sitio y de las características del espacio publicado por Casamiquela y Noseda (1970) 311 5.76. Gráfico de visibilidad teórica 313 5.77. Vista desde el sitio Dos Naciones hacia el S 314 5.78. Vista desde el sitio Dos Naciones hacia el SE 314 5.79. Vista desde el sitio Dos Naciones hacia el ENE 315 5.80. Fotografías de dos de los tramos de pirca que aún pueden verse en pie 316 5.81. Gráfico de visibilidad teórica 317 5.82. Vista desde el sitio San Verán hacia el SE 318 5.83. Vista desde el sitio San Verán hacia el N en la fotografía de la izquierda y hacia el S en la fotografía de la derecha 319 CAPÍTULO VI 6.1. Ubicación de los afloramientos de ortocuarcitas GSB en el sector centro oriental del sistema serrano de Tandilia 329 xiv 6.2. Ubicación del arroyo Diamante sobre mosaico de fotografías aéreas en 3D 330 6.3. Clastos de ortocuarcita GSB en los márgenes del arroyo Diamante 331 6.4. Sitios arqueológicos en cercanías de lagunas 335 6.5. Vista de la laguna El Lucero desde el NE 336 6.6. Ubicación de los sitios con respecto al bajo, sobre mosaico de fotografías aéreas 337 CAPÍTULO VII 7.1. Opciones turísticas promocionadas por la Dirección de Turismo de la Municipalidad de Lobería 360 7.2. Afiche que promocionaba la carrera de bicicletas en 2009 361 7.3. Cartel colocado en una de las tranqueras de la estancia Sierra Larga 368 7.4. Secuencia fotográfica de un helechero cargando su fardo completo 373 7.5. Secuencia fotográfica tomada a un grupo de helecheros bajando de Sierra Larga al terminar la jornada de trabajo 374 7.6. Transporte de los fardos de helecho al término de la jornada de trabajo 375 7.7. Búsqueda de un helechero en Sierra Larga S 381 CAPÍTULO VIII 8.1. Gráfico de distancia sobre MED. 1- Cerro La China (sitios 1, 2 y 3); 2- Cerro El Sombrero (Cima y Abrigo 1); 3- Cueva Zoro; 4- Los Helechos; 5- Lobería 1. 402 8.2. Gráfico de distancia sobre MED. 1- Cerro La China (sitios 1, 2 y 3); 2- Cerro El Sombrero (Cima y Abrigo 1); 3- Cueva Zoro; 4- Los Helechos; 5- Lobería 1; a- San Manuel; b- La Numancia; c- Barker. Los recorridos delineados comunican Cerro La China con los tres sectores de potencial abastecimiento de roca. 410 8.3. Gráfico de distancia sobre MED. 1- El Ajarafe; 2- Cerro El Sombrero; 3- Cueva Zoro; 4- Lobería 1. Los recorridos delineados comunican El Ajarafe con los demás lugares serranos. 416 8.4. Gráfico de distancia sobre MED. 1- Lobería 1; 2- La Cautiva; C- Cerro La China; 4- El Ajarafe; 5- Cerro El Sombrero Abrigo 1. Los recorridos delineados comunican Lobería 1 con los demás lugares serranos. 424 8.5. Gráfico de distancia sobre MED. 1- Los Tulis; 2- Dos Naciones; 3- San Verán; 4- Corral de los Indios; 5- Cerro La China. Los recorridos delineados comunican Los Tulis con los demás lugares serranos. 427 xv ÍNDICE DE TABLAS CAPÍTULO III 3.1. Conjunto lítico experimental: piezas utilizadas, material con el que estuvieron en contacto y tiempo de uso 80 CAPÍTULO IV 4.1. Grupos y subgrupos tipológicos identificados en el sitio Lomada Balz 100 4.2. Descripción general de los desechos de talla identificados en el sitio Lomada Balz 100 4.3. Grupos y subgrupos tipológicos identificados en el sitio Calle de los curros 105 4.4. Descripción general de los desechos de talla identificados en el sitio Calle de los curros 105 4.5. Grupos tipológicos identificados en el sitio Cueva Sum 110 4.6. Descripción general de los desechos de talla identificados en el sitio Cueva Sum 110 4.7. Resultados de los análisis de fósforo asimilable en muestras de sedimentos del sitio Los Tulis 122 4.8. Descripción general de hallazgos, cantidad y ubicación 123 4.9. Variables analizadas en los desechos líticos del sitio Los Tulis 124 4.10. Características del conjunto óseo recuperado en el sitio Los Tulis 127 4.11. Descripción general de hallazgos, cantidad y ubicación 144 4.12. Variables analizadas en los desechos líticos 145 4.13. Resultados de los análisis de carbonatos libres y materia orgánica en los sedimentos 154 4.14. Fechados radiocarbónicos del sitio El Ajarafe 155 4.15. Variables analizadas en los desechos líticos 159 4.16. Variables analizadas en los desechos líticos 163 4.17. Variables analizadas en los artefactos con filos formatizados 164 4.18. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas experimentales 166 4.19. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria 167 4.20. Variables analizadas en los desechos líticos 177 4.21. Variables analizadas en los artefactos formatizados 178 4.22. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria 181 4.23. Resultados de los análisis de carbonatos libres y materia orgánica en los sedimentos (Laboratorio de Sedimentología, UNLPam) 198 4.24. Fechados radiocarbónicos del sitio Cueva Zoro 199 4.25. Variables analizadas en los desechos de talla 202 4.26. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria 213 CAPÍTULO V 5.1. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro La China 1, Unidad 4/5) 229 5.2. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro La China 1, Unidad 3) 241 5.3. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro La China 2, Unidad 4) 252 xvi 5.4. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro La China 3, Unidad 4) 257 5.5. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro La China 3, Unidad 3) 260 5.6. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro El Sombrero Cima) 283 5.7. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro El Sombrero Cima) 286 5.8. Resultados expresados en porcentaje de la composición de ácidos grasos de la muestra de grasa extraída de las piezas arqueológicas y de su matriz sedimentaria (Cerro El Sombrero Cima) 290 CAPÍTULO VIII 8.1. Fechados radiocarbónicos correspondientes al Pleistoceno final/ Holoceno temprano en la microrregión y áreas próximas. 401 8.2. Resultados de cálculos de distancias entre los diferentes lugares tempranos expresados en kilómetros. Las pequeñas variaciones entre los resultados se deben a diferentes trayectos delineados sobre el MED. 403 8.3. Resultados de cálculos de distancias, expresados en kilómetros, entre los diferentes lugares tempranos y los tres sectores de potencial abastecimiento de roca. 410 8.4. Resultados de cálculos de distancias entre los diferentes lugares del Holoceno temprano final expresados en kilómetros. 416 8.5. Resultados de cálculos de distancias entre los diferentes lugares del Holoceno tardío final expresados en kilómetros. 425 8.6. Resultados de cálculos de distancias entre los diferentes lugares de momentos post conquista expresados en kilómetros. 428 xvii RESUMEN Este trabajo de tesis tiene como objetivo principal realizar una contribución al conocimiento y la discusión sobre los lugares y los paisajes de las sociedades de cazadores recolectores que habitaron y recorrieron el sector centro oriental del sistema serrano de Tandilia, durante el Pleistoceno final y diferentes momentos del Holoceno. El estudio de lugares arqueológicos propuesto se sustenta en la concepción según la cual la materialidad de la vida humana involucra no sólo a los objetos sino también a los cuerpos y al espacio. En este sentido, se propone entender los cambios y las continuidades a lo largo del tiempo en la relación que los grupos humanos establecieron con el medio en el que vivieron; integrando en forma dinámica la información obtenida a partir de los objetos, de detalles particulares de los objetos y del espacio en diferentes escalas. De esta forma, la investigación sobre lugares arqueológicos se presenta como una vía que permite avanzar en la comprensión de la vida de sociedades pasadas. El diseño de investigación llevado a cabo involucró una amplia diversidad de tareas que incluyen el trabajo de campo arqueológico, el procesamiento y la interpretación de imágenes desde un enfoque geomático y los análisis específicos e inferencias a partir de los materiales en base a estudios arqueométricos y tecnomorfológicos. A todo esto se suma un trabajo de campo antropológico realizado con la comunidad local que aporta una perspectiva subjetiva al análisis espacial, a la vez que sirve como base para posteriores actividades destinadas a la protección y revalorización del patrimonio arqueológicos. Los resultados obtenidos a partir de cada una de las tareas desarrolladas son integrados para dar cuenta de las características de los diferentes lugares arqueológicos estudiados. A partir de dichas caracterizaciones se propone una discusión sobre las relaciones materiales y espaciales que pueden establecerse entre los mismos en diferentes momentos, desde la transición entre el Pleistoceno y el Holoceno hasta el período posterior a la conquista europea. De esta manera, se da forma a una red de lugares a partir de la cual se realizan inferencias en torno a la movilidad de los grupos pampeanos y al establecimiento de redes sociales que conforman los paisajes sociales pasados. xviii ABSTRACT The main goal of this doctoral research is to make a contribution to the knowledge and discussion about places and landscapes of hunter gatherers societies that dwelled, visited and moved around the central-east portion of the Tandilia range during final Pleistocene and different moments of Holocene. The study of archaeological places proposed is based on the concept that the material aspect of human life involves not only objects but human bodies and space. In that sense, the aim is to study and understand the changes and continuities in the relationship between human societies and their environment through time, integrating the information obtained from the study of archaeological objects, of the detail of these objects and of the different space scales. Thus, the research of archaeological places is here presented as a way to move forward in the understanding of the life of past Pampean societies. The developed research plan combined a wide diversity of activities, including archaeological fieldwork, image processing and interpretation from a geomatic approach, and specific analysis and inferences on the archaeological materials based on archeometric and techno-morphological studies. These activities were complemented with anthropological fieldwork with the local community, contributing with a subjective view to the spatial analysis. It will also be used as the base material for the development of future activities of revalorization and protection of archaeological heritage. The results obtained from the different activities carried out in this doctoral research were integrated in order to characterize the studied archaeological places. Based on these characterizations, a discussion is proposed regarding the material and spatial relationships between places in different moments from the Pleistocene/Holocene transition to the period of time that followed the European conquest. A net of interconnected places arises, giving place to possible constructions on the mobility of Pampean people in the past and on the existence of social networks that represent the past social landscapes. 1 INTRODUCCIÓN Los lugares no son solo sierras o montañas, arroyos, extensas llanuras o grandes árboles, son también todas aquellas personas que pasaron por ellos. Hombres, mujeres y niños que vivieron experiencias cotidianas en torno a esos espacios, que los recorrieron en busca de refugio, de alimento o de materias primas. Grupos humanos que conocieron cada uno de sus rincones y fueron dejando allí su impronta con el paso del tiempo. Todo espacio físico se transforma en lugar a través de las experiencias de las personas, de sus memorias y de sus olvidos. El estudio de los lugares se presenta de esta forma como una vía que permite avanzar en la comprensión de la vida de sociedades pasadas. Por este motivo, el objetivo principal de este trabajo de tesis es realizar una contribución al conocimiento y la discusión sobre los lugares y los paisajes de las sociedades de cazadores recolectores que habitaron y recorrieron el sector centro oriental del sistema serrano de Tandilia, durante el Pleistoceno final y diferentes momentos del Holoceno. El estudio de lugares arqueológicos propuesto se sustenta en la concepción según la cual la materialidad de la vida humana involucra no sólo a los objetos sino también a los cuerpos y al espacio (Acuto 1999; Augé 1998; Bender 2002; Gamble 2001; Ingold 2000; Low 2003; Soja 1985; Thomas 2001; Tilley 1994; Tuan 2008 [1977], entre otros). En este sentido, se propone entender los cambios y las continuidades a lo largo del tiempo en la relación que los grupos humanos establecieron con el medio en el que vivieron; integrando en forma dinámica la información obtenida a partir de los objetos, de detalles particulares de los objetos y del espacio en diferentes escalas. Objetos, características espaciales objetivas y experiencias subjetivas del espacio resultan las tres principales líneas de evidencias sobre las que se desarrolla la estrategia de investigación propuesta para la realización de esta tesis. El estudio en detalle de los lugares arqueológicos permitió analizar las diferentes relaciones que pueden establecerse entre los mismos para un momento determinado, permitiendo conformar un entramado espacial. Esta red de lugares interconectados mediante las evidencias materiales de las prácticas humanas y las características de sus emplazamientos, es la que permite discutir sobre los paisajes sociales pasados (Thomas 2001). Por este motivo, resultó relevante analizar en profundidad las relaciones entre los diferentes lugares arqueológicos estudiados, sus conexiones con lugares más allá del área 2 delimitada para su estudio y sus implicancias en torno a la movilidad y al establecimiento de redes sociales. Los estudios realizados hasta el momento en el sector serrano en el que hace foco esta investigación, fundamentalmente en el transcurso de las últimas tres décadas, han generado una base de datos de suma importancia para la comprensión de los pobladores tempranos de la región (Flegenheimer 2004). Además, dicha información proviene de lugares acotados en este espacio serrano. Al contar para el área de estudio con datos acotados en tiempo y espacio, de acuerdo con el objetivo propuesto surgió como prioridad la búsqueda de nuevas evidencias arqueológicas que permitiese ampliar la perspectiva espacial y temporal del pasado humano en las sierras. Como consecuencia, resultó posible delinear las características de los diferentes momentos de ocupación en el área de estudio. Este trabajo de tesis fue organizado en ocho capítulos y un Anexo que es presentado en formato de DVD. Después de esta introducción, el Capítulo I da cuenta del marco espacial y temporal que delimita los alcances empíricos de esta investigación. El desarrollo y la organización de dicho capítulo fueron guiados por concepciones teóricas, por ello, se describen el entorno natural y el espacio humano como elementos constitutivos del paisaje: lo que se conoce hasta el momento sobre su pasado, los estudios realizados para conocerlo y su realidad actual. Ambas dimensiones del paisaje: la física y la humana, son atravesadas por un eje temporal dado por el devenir de la presencia humana. El Capítulo II está destinado a la exposición de las perspectivas teóricas en las que se fundamenta el trabajo de investigación realizado, enmarcado principalmente dentro de la arqueología del paisaje y de los lugares. Para ello se consideran los orígenes y las ambigüedades que presenta el término paisaje en su acepción cotidiana, las diferentes formas en que fue abordado el espacio en la arqueología, los estudios de paisajes arqueológicos en la región pampeana y se presentan las bases teóricas sobre las que se asientan las diferentes formas de representación gráfica del espacio. La descripción y la argumentación de las principales decisiones metodológicas adoptadas en el transcurso de este trabajo de tesis se detallan en el Capítulo III. Las diferentes estrategias de investigación presentadas en este capítulo resultan un abanico de tareas diversas que incluyen el trabajo de campo arqueológico, el procesamiento e interpretación de imágenes desde un enfoque geomático y los análisis específicos e inferencias a partir de los materiales arqueológicos en base a estudios arqueométricos y 3 tecnomorfológicos. A todo esto se suma un trabajo de campo antropológico realizado con la comunidad local que adiciona una perspectiva subjetiva al análisis espacial, a la vez que sirve como base para posteriores actividades destinadas a la protección y revalorización del patrimonio cultural. En los tres capítulos siguientes se exponen las características a partir de las cuales se definen los lugares arqueológicos dentro de los límites del sector serrano en el que hace foco esta tesis doctoral, sumando la información de lugares de cazadores recolectores pampeanos más allá de esos límites. Por ello estos capítulos llevan por título: lugares arqueológicos de cazadores recolectores parte I, II y III, respectivamente. En el Capítulo IV se exponen los principales resultados partir de los cuales se suman nuevas evidencias arqueológicas sobre el pasado serrano, dando cuenta de los sitios arqueológicos estudiados en el transcurso de la presente tesis doctoral. Se presenta la localización de estos sitios, su cronología, la descripción de los materiales recuperados en ellos y los resultados de los diferentes análisis realizados. Dichos análisis tuvieron como eje la comprensión de los lugares arqueológicos a partir de la materialidad de los objetos, del registro en las sustancias adheridas y de la espacialidad de los grupos humanos que los habitaron. Posteriormente, en el Capítulo V se analizan los sitios arqueológicos estudiados en el área de trabajo con anterioridad al desarrollo de esta tesis doctoral con el objetivo de sentar las bases para, posteriormente, poder establecer las relaciones sincrónicas entre éstos y los descriptos en el capítulo anterior. La información que se presenta es heterogénea, conjugando datos bibliográficos con nuevas evidencias producto de la presente investigación. Luego, en el Capítulo VI se irá más allá de los límites del área de estudio para analizar ejemplos de otros lugares de cazadores recolectores en la pampa bonaerense. El objetivo es poder contar con una mayor amplitud espacial al momento de interpretar las redes de lugares que conformaron los paisajes sociales pasados. Particularmente, se destaca el rol de las canteras y de las lagunas dentro de los itinerarios que unen lugares y conforman los paisajes sociales pasados. En el Capítulo VII se volverá a hacer foco en las sierras del área bajo estudio, pero en tiempo presente, con el objetivo de describir y analizar historias, percepciones y experiencias de quienes actualmente viven, trabajan o pasean en la zona. La información contenida en este capítulo resulta del trabajo de campo antropológico realizado mediante una metodología cualitativa. A partir de dicho trabajo se buscó 4 incorporar a la investigación arqueológica las apreciaciones y experiencias de la comunidad local en torno al paisaje y al pasado serrano. En el Capítulo VIII se integran los resultados obtenidos y las interpretaciones delineadas para dar cuenta de las características de los diferentes lugares arqueológicos. A partir de dichas caracterizaciones se propone una discusión pormenorizada sobre el entramado de lugares, trazado a partir de las relaciones espaciales y materiales que pudieron establecerse entre ellos en diferentes momentos, desde la transición entre el Pleistoceno y el Holoceno hasta el período posterior a la conquista europea. A modo de cierre se presenta la sección Palabras finales, en donde se reflexiona sobre los aportes realizados por este trabajo de tesis y se plantean nuevos interrogantes e inquietudes que se proponen como pasos a seguir en trabajos futuros. Finalmente, en el DVD-Anexo se presenta el soporte gráfico de los análisis arqueométricos realizados sobre los objetos arqueológicos y el material resultante del procesamiento de imágenes utilizado en el análisis espacial. 5 CAPÍTULO I MARCO ESPACIAL Y TEMPORAL “En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.” (Bachelard 1965:41) El marco espacial que delimita los alcances empíricos de esta investigación parte de organizar la información en base a dos aspectos inherentes al paisaje y a su estudio. Por un lado, se considera al espacio físico, en tanto entorno natural y matriz medioambiental de la vida humana (Criado Boado 1999), en sus partes constitutivas: relieve, hidrografía, flora, fauna y clima, atendiendo a los cambios acaecidos en las mismas. Por otro lado, separado sólo por razones expositivas, se describe el espacio humano: lo que se conoce hasta el momento sobre su pasado, las investigaciones realizadas para conocerlo y su realidad actual. Ambas dimensiones del paisaje: la física y la humana, son atravesadas por un eje temporal. El paisaje en sí mismo puede ser considerado la materialización del tiempo; los lugares, al igual que el tiempo nunca permanecen estáticos, fluyen entrecruzándose con la vida social (Bender 2002). En tal sentido, el marco temporal de este trabajo de tesis está dado por el devenir de la presencia humana en el ámbito serrano. Abarca los cambios y continuidades en las ocupaciones humana durante el Pleistoceno final y el Holoceno, incluyendo referencias sobre el presente y la comunidad local actual. 1. Espacio físico 1.1 DELIMITACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO En la provincia de Buenos Aires, en el marco de la subregión Pampa Húmeda, se encuentra el Área de Tandilia (Politis 1984). Las Sierras Septentrionales de la provincia de Buenos Aires (o sistema serrano de Tandilia) están alineadas en sentido SE - NO atravesando en forma de arco extendido más de 350 km de la llanura pampeana. Sus afloramientos rocosos se extienden desde el Cabo Corrientes, para luego internarse tierra adentro, en dirección NO hacia el centro de la provincia para terminar en las lomadas de Quillalauquén (Nágera 1940). Esto es, entre las latitudes 30º 30´ y 38º 10´ S 6 y las longitudes 57º 30´ y 61º O (Poiré et al. 2003). Abras, valles y llanuras onduladas dividen a este cordón serrano en diferentes grupos orográficos. Entre los relieves del SE se encuentran las Sierras de Lobería (Teruggi y Kilmurray 1975), grupo sobre el que se hace foco en esta investigación. El área en la que se desarrolla el trabajo de campo y el estudio en detalle está incluida en este sector serrano. Particularmente, en la microrregión (sensu Aschero 1988) definida por Flegenheimer (2004) que incluye los cerros El Sombrero, El Bonete, del Medio, Chato, La China, del Águila, Sierra Larga y las llanuras que los circundan (Figura 1.1). Sin embargo, al momento de comparar la información generada se ampliará la perspectiva espacial incluyendo parte del Área Interserrana (sensu Politis 1984) en la porción SE del territorio bonaerense. De este modo será posible tener en cuenta la movilidad de los grupos de cazadores recolectores y los diferentes ambientes naturales que formaban parte de su paisaje. Figura 1.1: Detalle del área estudiada en el mapa de la provincia de Buenos Aires. 7 1.2. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL ENTORNO FÍSICO Y NATURAL 1.2.1. Relieve Al observar los rasgos del relieve, Sierra Larga (Figura 1.2 E) se destaca por su extensión. Se trata de un cordón arqueado, orientado en el mismo sentido que el sistema general e interrumpido por un abra denominada Puerta del Diablo. Este desfiladero estrecho, por donde escurre el arroyo Bachicha, la divide en dos partes que serán referidas como Sierra Larga N y Sierra Larga S (Figura 1.2 F). Su altura máxima se acerca en varios puntos a los 400 msnm, presenta despeñaderos abruptos y cumbre tabular. Sierra Larga con sus 19 km de extensión marca, en cierta forma, una línea divisoria en el área de estudio. Al NE se encuentra el cerro El Sombrero (Figura 1.2 G), elevación solitaria que se hace particular por sus 428 msnsm (punto más alto en el área) y por la marcada silueta cónico tabular característica de los cerros de la zona. Hacia el lado O de Sierra Larga se destaca el cerro El Bonete (Figura 1.2 C) con una plataforma rodeada por un acantilado cuarcítico en la pequeña cumbre. Entre El Bonete y Sierra Larga se encuentra el cerro del Medio y, al S de éste, el cerro Chato (Figura 1.2 D y B). Los tres cerros presentan una altura apenas superior a los 300 msnm. Las alturas disminuyen en las últimas estribaciones de Sierra Larga, hacia el SSE, donde se destacan los cerros del Águila y de La China (Figura 1.2 A) con no más de 230 msnm (Nágera 1940). 8 Figura 1.2: Detalle del área serrana bajo estudio e identificación de los puntos de referencia: A- La China; B- Chato; C- El Bonete; D- del Medio; E- Sierra Larga; F- Puerta del Diablo; G- El Sombrero La reconstrucción de los procesos que modelaron las geoformas del paisaje contribuye a comprender los sucesivos escenarios que existieron durante la ocupación humana pampeana (Zárate 2009). Sin embargo, la historia geológica del área serrana en cuestión precede millones de años a sus primeros habitantes, siendo la región más estable y antigua del país (Dalla Salda et al. 2005). El cordón de Tandilia representa una provincia fisiográfica dentro del Positivo Bonaerense (Zárate y Rabassa 2005). Éste último se caracteriza por una marcada heterogeneidad que determina respuestas particulares frente a los procesos geomorfológicos y sedimentarios actuantes; definiendo, a su vez, la importante diversidad espacial de los ambientes que lo componen (Zárate 2009). Esta diversidad de ambientes fue la que encontraron los diferentes grupos humanos a lo largo del Holoceno. En el área de estudio, particularmente, la variedad de formas del relieve presentes son definidas por la litología, diferenciándose sierras redondeadas en donde aflora el basamento y sierras de tipo tabular-mesetiforme conformadas por rocas cuarcíticas (Teruggi y Kilmurray 1975). Existe, entonces, un relieve redondeado y suave, resultado de la erosión de rocas ígneo-metamórficas del basamento cristalino, 9 denominadas Complejo Buenos Aires. Se trata de una asociación de rocas compuesta por gneises graníticos a tonalíticos, migmatitas, anfibolitas, esquistos, mármoles y plutones de granitoides, acompañadas por escasas rocas metavolcánicas y diques básicos discordantes y tardíos (Dalla Salda et al. 2005). En cambio, el relieve dominado por serranías mesetiformes está definido por una sucesión sedimentaria silicoclástica con disposición subhorizontal y muy suave buzamiento (5 º aproximadamente) hacia el S. Se trata de rocas cuarcíticas de origen marino denominadas Fm. Balcarce, que de acuerdo con el contenido de las trazas fósiles que presenta, data del lapso Cámbrico- Ordovíco (Poiré y Spalletti 2005). Durante el desarrollo de trabajos de campo en el cerro El Sombrero se han detectado ejemplos de icnitas de Scolicia isp. (sensu Poiré et al 2003) en el interior de un abrigo rocoso de la ladera O (Figura 1.3). En estas secuencias son comunes algunos niveles de sedimentitas silicoclásticas pelíticas como fangositas, limolitas y arcilitas y de ortoconglomerados oligomícticos (Spaletti y del Valle 1984). Los afloramientos de la Fm. Balcarce se encuentran en el sector oriental de Tandilia, desde San Manuel hasta la costa atlántica, dando a los cerros de la zona su característica forma tabular. Figura 1.3: Icnitas de Scolicia isp. en el cerro El Sombrero. 10 Para el estudio del pasado humano en las sierras resulta de suma importancia la existencia de cuevas y abrigos rocosos en los afloramientos. La disposición de los estratos ortocuarcíticos ayudó a su formación en asociación con la acción del agua de precipitación que provocó la disolución de su cemento y el arrastre de los granos liberados (Martínez 2002 en Mazzanti 2007). En toda su extensión, el perfil transversal del sistema serrano es asimétrico. Su perfil N, denominado Costa de Heusser, es abrupto por corresponder a una escarpada de falla representante de la fractura que limita Tandilia con la cuenca tectónica del Salado (Zárate y Rabassa 2005). Mientras que el perfil S o Costa de Claraz desaparece suavemente debajo de sedimentos cenozoicos. Esta diferencia es la que genera una ligera inclinación del perfil entre 3º-5º hacia el S - SSO y que la pendiente general del área decrezca hacia el S (Teruggi y Kilmurray 1975). Las sierras se encuentran rodeadas de sedimentos eólicos con pendientes abruptas cerca de las rocas cuarcíticas, suavizándose a medida que se alejan de las mismas hacia la llanura. Dichos sedimentos, asignados al Cenozoico tardío, componen abanicos aluviales y pedimentos que al rodear a las sierras a alturas de 150-200 m las conectan con las llanuras adyacentes (Zárate y Rabassa 2005). Las sucesiones sedimentarias en los sectores de pendiente están integradas por estos depósitos eólicos que dan forma a perfiles de suelos truncados por erosión. En lo que respecta a su evolución, la acumulación eólica tendió a disminuir considerablemente hacia la transición Pleistoceno-Holoceno, disminución que fue acompañada por una dominancia de procesos pedogenéticos, dando forma a los perfiles de suelos actuales. En el desarrollo de dichos suelos estaría documentado gran parte de lo sucedido durante el Holoceno (Zárate 2006). 1.2.2. Agua El agua representa uno de los elementos fundamentales en la vida de toda sociedad. Lo es tanto desde su carácter de necesidad vital para el ser biológico como para las variadas formas de demarcación y organización social del espacio y los diversos significados culturales que sustenta (Richards 1996). En el sector serrano delimitado anteriormente, la disponibilidad de agua en superficie se concentra principalmente en arroyos, manantiales y, en menor medida, en lagunas de aguas no permanentes. A las dos pendientes regionales que presenta el sistema serrano, hacia el 11 NE y el SO, se debe la existencia de drenajes hacia ambas vertientes. La red de escurrimiento conformada está en la actualidad sobreimpresa al drenaje del Terciario y fluye a través de valles que fueron rellenados por sedimentos cenozoicos (Teruggi y Kilmurray 1975). En la vertiente SO de las sierras se encuentran cursos de agua que tributan sus aguas a las del río Quequén Grande y otros que las vierten al océano Atlántico. Entre los primeros se cuenta el arroyo Tamangueyú que escurre en dirección N-S desde sus nacientes en pequeñas lagunas y que, a su vez, por su margen izquierda recibe dos afluentes sin nombre que nacen en Sierra Larga. El segundo grupo incluye al arroyo El Moro y, en forma indirecta, a los arroyos Las Flores y Bachicha. Estos últimos nacen en Sierra Larga y no llegan al mar, en cambio alimentan a otros que si lo hacen, al Malacara el primero y a El Moro el segundo. El Moro tiene sus nacientes en la misma sierra y corre por más de 75 km en dirección NE- SO hasta desaguar en el Atlántico a 25 km de la desembocadura del río Quequén Grande (Suárez García 1940). En líneas generales, todos estos arroyos ubicados al E del río presentan valles muy amplios y relativamente poco profundos, excavados en un sustrato pleistoceno y cubiertos por un manto eólico. Por tal motivo, en épocas de lluvias excepcionales, el escurrimiento superficial supera la capacidad de los valles provocando la inundación de sectores amplísimos (Zárate y Rabassa 2005). Por la vertiente NE escurren los arroyos El Invierno y El Verano. Ambos nacen en Sierra Larga y confluyen en el arroyo Grande que deja sus aguas en el extremo N de Mar Chiquita. En sus nacientes, el arroyo El Verano es el ya nombrado Bachicha. Otro curso que tributa al arroyo Grande es La Fortuna o Guarangueyú que tiene su origen entre Sierra Larga y el cerro Amarante. Asimismo, numerosos cursos de agua menores se originan en las sierras perdiéndose luego en la llanura (Figura 1.4). 12 Figura 1.4: Mapa hidrográfico publicado por Suárez García (1940). Los cuerpos lagunares en la zona son pocos y en general de aguas temporales. Una excepción es la laguna ubicada en el campo perteneciente en la actualidad a la familia García, en el paraje Dos Naciones. Si bien ha sido canalizada recientemente, todavía es un lugar visitado por la gente de la zona para pescar. De acuerdo con los relatos de los hermanos García, que viven allí desde hace más de setenta años, la laguna ha llegado a ocupar 100 ha tiempo atrás. Más allá de las lagunas, el ambiente serrano, en su conjunto, se presenta como un espacio privilegiado para el abastecimiento de agua. Además de dar origen a los diferentes cursos ya citados, pueden encontrarse gran cantidad de manantiales en los que se observó agua aún en épocas actuales de sequía, por ejemplo, provocada por el déficit de precipitaciones registrado durante todo el año 2009 (Gordillo 2009). Esto puede deberse a la capacidad de las rocas cuarcíticas de actuar como reservorios de agua (Zárate com. pers. 2009). La disponibilidad de este recurso crítico ha sido a lo largo del tiempo de gran importancia tanto para la actividad humana, como para la concentración de animales y comunidades vegetales. Por lo expuesto las sierras han sido, durante toda su historia cultural, territorios que concentraron una red acuífera de importancia para los grupos que vivieron en ellas. 13 1.2.3. Cubierta vegetal La flora local se encuentra sumamente alterada debido a la intensa actividad agrícola ganadera de la zona desde hace más de un siglo. Sin embargo, en este contexto de suelos sometidos a cultivos o bajo ganadería extensiva con implantación de pasturas, según la descripción que realizó Cabrera (1963-70) sobre la vegetación de Buenos Aires, las sierras representan uno de los pocos sectores en los que aún pueden encontrarse relictos de vegetación originaria. Un relevamiento realizado en los cerros El Bonete y del Medio, en el área de estudio, muestra que el 77 % de las plantas silvestres encontradas son especies nativas (Erize y Haene 2008). Según estos autores, este valor refleja en qué medida las sierras representan un refugio de la diversidad floral serrana originaria. De acuerdo con la clasificación fitogeográfica de Cabrera (1976), el área se encuentra dentro de la Región Neotropical - Dominio Chaqueño - Provincia Pampeana - Distrito Pampeano Austral. Entre las ocho comunidades incluidas en la definición de este distrito, Francisco Erize y Eduardo Haene (2008) han registrado cinco en su prospección serrana: pajonal de paja colorada, pajonal de carda, estepa graminosa clímax, matorral de curro y matorral de brusquilla. Las familias de gramíneas y compuestas representan más de la mitad del total de las plantas relevadas; esto se debe a que el pastizal constituye el hábitat dominante en la zona (Erize y Haene 2008). El pastizal templado, con sus características comunidades de paja colorada (Paspalum quadrifarium) y de especies del flechillar, parece haber dominado la apariencia de la región desde comienzos del Cuaternario. Actualmente, se las encuentra preferentemente en la llanura periserrana, sobre lomadas con afloramientos rocosos que les permitieron escapar de las labores agrícolas (Herrera 2007). La paja colorada es una gramínea perenne que forma pajonales en laderas y valles serranos, en los sectores de menor permeabilidad del suelo, generalmente en posición de pendiente inferior y media. También se la puede hallar en pendientes superiores pero solamente sobre suelos de poca profundidad bordeando rocas que mantienen alto nivel de humedad. Su importante presencia se relaciona con un vigoroso crecimiento estival, el gran tamaño de sus matas y la capacidad de mantener volúmenes de biomasa muerta en pie. Al conformar pastizales tupidos, con buena cobertura del terreno y de gran altura (pueden alcanzar 1,8 m) resultan propicios para albergar una amplia variedad de especies animales (Erize y Haene 2008; Herrera 2007). 14 El flechillar hace referencia a una comunidad que incluye una alta diversidad de especies de gramíneas asociadas, dominada por especies inverno-primaverales de los géneros Piptochaetium y Stipa, y especies de Melica, Briza y Danthonia. El nombre de flechilla con el que vulgarmente se las identifica deriva del aspecto de sus frutos, con una o varias aristas prolongadas. Este tipo de vegetación se localiza en las cimas y en laderas y valles de pendiente superior y media (Herrera 2007). Una variedad de gramíneas típicas del flechillar fue registrada en los cerros El Bonete y del Medio como parte de la comunidad estepa graminosa clímax, entre ellas Aristida spegazzini, Stipa filiculmis y S. megapotamica (Erize y Haene 2008). Los pajonales de carda dominan las pendientes medias con gran proporción de rocas expuestas. En este sector serrano abunda una Apiácea o Umbelífera llamada Eryngium eberneum, de hojas alargadas con espinas en sus bordes dispuestas en una roseta basal. Puede alcanzar un porte de más de 2 m en su desarrollo máximo y suele acumular agua entre la base de las hojas y el tallo (Erize y Haene 2008). La combinación de estas dos características puede resultar en una pequeña complicación al momento de realizar el ascenso pedestre a los cerros. Esto se debe a que cuando las hojas húmedas recubren a las rocas generan una superficie sumamente resbaladiza. También en las pendientes medias crecen entre las rocas plantas típicas del ambiente serrano que poseen flores llamativas y coloridas, Gelasine azurea, Eupatorium tanacetifolium, Convolvilis hemanniae, Habranthus tubispathus, Sida flavescen, entre otras (Erize y Haene 2008). En las cimas y los faldeos superiores es común el pastizal de meseta, dominado por Poa iridifolia y leguminosas como Lathyrus, Vicia y Adesmia, que fue interpretado por quienes realizaron este relevamiento como facie del mismo pajonal de carda (Erize y Haene 2008). Asimismo, en cumbres de gran extensión como la de Sierra Larga se encuentra cierta cantidad de arbustos serranos pero de porte achaparrado, pajonales inundables con flora típica de juncáceas y ciperáceas y especies características de los roquedales. En los roquedales pueden apreciarse comunidades vegetales muy particulares de las sierras. Sobre las piedras crecen en forma de parches diferentes líquenes y abundan las epífitas, como Tillandsia bergeri, un clavel del aire con flores color azul violáceo. En tanto, en las acumulaciones de sedimentos entre las rocas crecen vinagrillos (Oxalis) y cactáceas como Wigginsa tephracantha y Notocactus submammulosus ambas de flores amarillas perfumadas y Gymnocalycium gibbosum de grandes flores blancas 15 (Erize y Haene 2008). En las zonas más húmedas y oscuras, generalmente al reparo de aleros o en la boca de las cuevas, se desarrollan diferentes tipos de helechos: Doryipteris triphylla, Adiantum raddianum, Polystichum montevidense, Blechnum auriculatum y Rumhora adiantiformis. El matorral de brusquilla crece aislado o asociado al curro, tanto en las cimas y en los faldeos de los cerros como en las lomadas de los alrededores. La brusquilla (Discaria longispina) es un arbusto áfilo, muy espinoso y achaparrado que hoy se encuentra en retroceso. Finalmente, el matorral de curro es la comunidad más típica de la zona. Tal es así que la especie dominante, el curu mamül (Colletia paradoxa) es incluso el símbolo serrano por excelencia desde tiempos históricos (Suárez García 1940). Se trata también de un arbusto sin hojas, de ramas recias terminadas en fuertes y agudas espinas color verde oscuro (Figura 1.5). Sus flores son pequeñas, blancas y muy perfumadas. Puede alcanzar alturas superiores a los 3 m con troncos altamente resinosos. Esta cualidad los hace arder rápidamente cada vez que se genera algún foco de incendio en las sierras y, en el pasado, la que lo convirtió en principal fuente de leña frente a la ausencia de árboles nativos: “Los montes de curro… eran utilizados por la caravana de los fundadores de Lobería para mantener vivos los fuegos” (Forese y Noseda 1991:23). Diana Mazzanti utilizó leña de este arbusto para realizar un fogón en una experiencia en la que buscaba replicar experimentalmente la cocción de piezas cerámicas (Mazzanti 2007). Especímenes de curro de gran altura pueden verse actualmente al atravesar la Puerta del Diablo en sentido O-E y circular por la que se denomina la calle de los curros. En este matorral se incluye también otro arbusto nativo, la chilca (Baccharis tandilensis), de hojas pequeñas, sin espinas y flores amarillo pálido. Durante los trabajos de campo se han detectado individuos de Celtys tala asociados a currales en la base O del cerro El Sombrero. Sin embargo, no existen registros de la presencia de comunidades de este arbusto al S de Mar Chiquita. 16 Figura 1.5: Colletia paradoxa: curro. En cuanto a la flora que caracterizó a la zona en el pasado, se cuenta con evidencias directas de algunos de los vegetales disponibles a través de análisis polínicos realizados en el cerro La China por Aldo Prieto y Marta Páez (1990). La secuencia registrada presenta truncamientos por lo que no se ha podido conseguir un registro continuo. La unidad inferior del registro polínico comienza a los 10000 años AP, aproximadamente. Las comunidades locales identificadas se relacionan con condiciones de saturación del suelo y alta humedad efectiva en el ambiente. Se trata de Monocotiledoneae, Solanum, Plantago y Cyperaceae. Los registros de polen perteneciente a Gramineae, Tubiliflorae y Chenopodiineae fueron identificados como regionales. El material extra regional detectado en la muestra proviene del bosque subantártico y puede haber sido transportado por suspensión por vientos del O y SO (Páez y Prieto 1993). La presencia de juncos, propios de este tipo de ambientes con suelos saturados, habría favorecido la decantación de las partículas suspendidas que se incorporaron a la secuencia (Prieto y Páez 1990). En este registro discontinuo, la unidad siguiente comienza cerca de los 4500 años AP. En ese período, los investigadores detectaron un reemplazo de las comunidades propias de suelos con alto contenido de humedad por comunidades típicas de pastizal de flechillas como Gramineae, Plantago, Caryophyllaceae, Unbelliferae, 17 Monocotiledoneae, Leguminosae y Liguliflorae (Prieto y Páez 1990). Finalmente, el último episodio representado en la columna polínica tiene una distribución areal muy restringida y el espectro de polen representado corresponde a comunidades de estepa graminosa (Páez y Prieto 1993). En suma, las particularidades de la cubierta vegetal brindan al paisaje colores, sonidos, aromas y texturas que entran en juego con la percepción y la experiencia de los espacios. Debido a las diferencias en cuanto a la resolución con la que se conoce la cobertura vegetal serrana presente y la pasada no es posible tener certezas sobre el tiempo que llevan en la zona las especies nativas reconocidas en la actualidad. Sin embargo, el conocimiento de sus características generales colabora en la creación de una imagen aproximada sobre cómo pudo haber sido el aspecto del ambiente natural serrano durante los diferentes momentos en que fue habitado. 1.2.4. Fauna Al igual que la flora, la fauna local se encuentra muy alterada por la introducción de nuevas especies y por la matanza de las consideradas perjudiciales o con valor económico. A pesar de ello, la multiplicidad de microambientes que ofrece el entorno serrano alberga aún una importante biodiversidad animal. Los cerros, junto a sus valles y cañadas, que no fueron forestados o invadidos por árboles exóticos, conforman islas de vida silvestre originaria. En tanto que las pasturas implantadas, por fisonomía semejante al pastizal pampeano, presentan un escenario adecuado para algunas especies (Erize y Haene 2008). De acuerdo con su clasificación zoogeográfica, la zona se identifica dentro de la Subregión Guayano Brasileña - Dominio Pampásico (Ringuelet 1955). Según este autor, en la provincia de Buenos Aires esta Subregión se une con la Austral o Andino Patagónica formando un área de ecotono. El ya citado informe de Erize y Haene (2008) es la fuente más actualizada existente sobre las especies que pueden encontrarse en la actualidad. Por su movilidad, las aves son las primeras que uno registra durante una travesía serrana. No existen especies que sean exclusivas de estas sierras, seguramente por el hecho de que su escasa altura no genera pisos naturales claramente diferenciables para la avifauna. En la actualidad, más de 160 especies de aves son reconocidas en la región (Narosky e Yzurieta 2006). Sólo 44 fueron relevadas en el cerro del Medio. Entre ellas, en los currales que funcionan como arboledas se encuentra el chiflón (Syrigma 18 sibilatrix) y el zorzal colorado (Turdus rufiventris); en los pastizales pueden verse inambúes o perdices (Rhynchotus rufescens y Nothura maculosa), misto (Sicalis luteola) y loica común (Sturnella loyca). Asimismo, es común encontrar aves generalistas de hábitats como el chingolo (Zonotrichia capensis), la torcaza (Zenaida auriculata) y el cabecitanegra común (Carduelis magellanica). Por último, si bien los ambientes acuáticos no abundan en el área, se han detectado varias especies características de lagunas y humedales como pato gargantilla (Anas bahamensis), sietevestidos común (Poospiza nigrorufa) y pico de plata (Hymenops perspicillata)- (Erize y Haene 2008; Narosky e Yzurieta 2006). A pesar de ser altamente sensibles a los agroquímicos, se han registrado ocho especies de anfibios en la zona entre los que se destaca la rana trepadora (Hyla pulchella) que suele refugiarse en el pajonal de carda (Erize y Haene 2008). Unas 13 especies de reptiles son frecuentes en los roquedales, aunque no de forma exclusiva. La presencia de lagartija (Liolaemus gracilis), lagarto overo (Tupinambis) y yarará (Bothrops altenatus) es reconocida por todos los lugareños, principalmente esta última. En cuanto a los mamíferos, existen 16 especies nativas que habitan la región. Resulta común observar mulita pampeana (Dasypus hybridus), peludo (Chaetophractus villosus), zorro gris (Lycalopex gymnocercus), hurón menor (Galictis cuja), vizcacha (Lagostomus maximus) y cuis común (Galea musteloides)- (Canevari y Vaccaro 2007; Erize y Haene 2008). Si bien pocos lo han visto, todos los lugareños hacen referencia a la presencia del puma (Puma concolor) que de tanto en tanto se hace notar en las haciendas. Finalmente, ñandú (Rhea americana), guanaco (Lama guanicoe) y venado de los pampas (Ozotoceros bezoarticus), anteriormente abundantes en la zona, se encuentran extintos desde tiempos históricos. La situación del conocimiento sobre el elenco faunístico en el pasado difiere considerablemente con respecto a los vegetales. Esto se debe por un lado, a que el registro arqueofaunístico ha permitido un grado de resolución que en muchos casos llega a la especie; por otro lado, a que los estudios paleontológicos tienen una tradición más profunda en la región que los paleobotánicos. En los sitios arqueológicos estudiados hasta el momento en el área de estudio no existen condiciones de preservación suficientes para que perduren los restos óseos de fauna, por lo que este tipo de registro no esta presente en la mayoría de los contextos recuperados. La única excepción es el sitio 1 del Cerro La China (véase apartado 2.1.). Allí se recuperaron en la Unidad 3 placas de un armadillo extinto (Eutatus seguinis) correspondiente a 19 momentos de transición entre el Pleistoceno y el Holoceno (Flegenheimer 1986); en la Unidad 4/5 asignada a momentos tardíos del Holoceno restos de piche (Zaedyus pichy), vizcacha (Lagostomus sp) y oveja (Ovis aries); por último, en superficie una ulna de cauquén común (Clhoephaga picta) (Mazzia y Flegenheimer 2007). Sin embargo, en las secuencias de ocupación humana de sitios arqueológicos muy próximos al área de estudio se ha recuperado un conjunto faunístico cuantioso y variado. Se trata de los sitios Lobería 1 S1 a unos 12 km en las estribaciones más australes de Sierra Larga y Cueva Tixi en la sierra La Vigilancia distante 60 km, aproximadamente. En el primero se recuperaron más de 3000 restos identificables en buen estado de preservación correspondientes al Holoceno tardío. Entre las 16 especies, dos géneros y seis taxones identificados se destacan guanaco (Lama guanicoe), venado de las pampas (Ozotocero bezoarticus), cuis grande (Cavia aperea), cuis extinto (Galea tixiensis), piche (Zaedyus pichy), vizcacha (Lagostomus Maximus), peludo (Chaetophractus villosus), mulita pampeana (Dasypus hybridus), lagarto overo (Tupinambis cf. merianae) y ñandú (Rhea americana) (Mazzanti et al. 2010). Mientras que a partir del registro de Cueva Tixi se conformó una secuencia completa y continua de fauna, principalmente de mamíferos. Durante la transición Pleistoceno-Holoceno, momento de las ocupaciones humanas tempranas, se depositaron en el Nivel Arqueológico 3 (Primera Ocupación) restos de fauna autóctona incluyendo especies hoy extintas: Ozotocero bezoarticus, Lama guanicoe, Eutatus seguinis, Felis (Puma) concolor, Dusicyon avus, Zaedyus pichy, Lagostomus maximus, Akidon azarae, Reithrodon auritas, Cavia aperea, Chaetophractus villosus, Dasypus sp. y Lestodelphys halli (Mazzanti 1993a; Mazzanti 2001b). Los niveles suprayacentes corresponden a distintos momentos a lo largo del Holoceno. Durante el Holoceno medio se registra un segundo momento de ocupación humana asociada con Rhea americana, Ozotocero bezoarticus, Lama guanicoe, Zaedyus pichy, Lagostomus maximus, Ctenomys sp., Canis sp. y especies de micromamíferos. A comienzos del Holoceno tardío aún se registra la presencia de Lama guanicoe, Ozotocero bezoarticus, Zaedius pichy y Ctenomys sp. (Mazzanti 1993a). Toda esta secuencia sirvió como materia prima para las interpretaciones paleoambientales desarrolladas para el SE de la provincia de Buenos Aires descriptas a continuación (Tonni et al. 1988). 20 1.2.5. Clima En la actualidad, el clima en el área es templado - húmedo a subhúmedo con una marcada variación estacional de la temperatura. Las precipitaciones varían entre 600 y 800 mm, distribuidas durante todo el año pero mayormente concentradas en otoño y primavera. Las temperaturas medias anuales van de los 15º C a los 18º C, presentando heladas ocasionales en época invernal y excepcionalmente suaves nevadas como las registradas en el mes de julio de 2007. A esta caracterización general pueden presentarse como salvedad las pequeñas variaciones climáticas ocurridas durante los últimos años. Por ejemplo, la situación hidrometeorológica ha presentado para los años 2008 y 2009 una anomalía de precipitación con desvíos negativos de entre 200 mm y 400 mm (Fuente: Boletín del Departamento de Hidrometereología, Servicio Meteorológico Nacional). Las condiciones climáticas que dominaron desde fines del Pleistoceno y durante todo el Holoceno ciertamente no son las mismas que imperan en el presente. Sus características regionales fueron inferidas a partir de evidencias geomorfológicas, sedimentológicas, polínicas y faunísticas. Sin embargo, las interpretaciones sobre los cambios paleoclimáticos acaecidos en el pasado aún no encuentran consenso. A partir del registro de fauna, teniendo en cuenta los requerimientos ecológicos y los rangos de distribución de las diferentes especies, se ha realizado una de las caracterizaciones de los paleoambientes pampeanos (Tonni et al. 1985). Como se mencionó con anterioridad, de acuerdo con la secuencia de vertebrados registrada en Cueva Tixi se propuso que las condiciones de aridez y semiaridez existentes desde el Pleistoceno medio prevalecieron en parte del Holoceno, alternando con condiciones de mayor humedad. Especies animales vinculadas a condiciones ambientales más áridas y con temperaturas medias algo más bajas que las actuales conforman el conjunto de vertebrados presentes hace aproximadamente 10000 años. Estas especies propias de los Dominios Patagónico y Central o Subandino fueron reemplazadas y/o acompañadas progresivamente por otras de estirpe brasílica, indicadores de condiciones húmedas similares a las actuales. La fauna transicional entre las condiciones áridas a semiáridas y las templado-húmedas perduró hasta el Holoceno tardío, aproximadamente hasta los 1730-1220 años AP. De tal forma que las condiciones climáticas y ambientales actuales fueron alcanzadas en un período muy reciente (Tonni et al. 1985; Tonni et al. 1988). Con anterioridad a la publicación de estas interpretaciones, a partir de las evidencias 21 paleoambientales citadas, sumadas a evidencias arqueológicas e históricas, Tonni y Politis (1980) dieron sustento a la explicación ecológica de la retracción del guanaco en la zona y al motivo de su ausencia en los momentos registrados por las primeras fuentes escritas. Esta explicación fue revisada y sustentada recientemente por Politis y Pedrotta (2006). El panorama propuesto por la conjunción de las evidencias geomorfológicas, sedimentológicas y polínicas difiere sustancialmente de esta explicación. La secuencia loessica registrada en las sierras, sumada a la secuencia aluvial generada a partir de una sección del río Quequén Grande fue la que dio el marco a las interpretaciones (Zárate et al. 2000). De acuerdo con lo propuesto, al momento que se registran las ocupaciones tempranas de la zona -entre los 11000 y los 10000 años AP- sucedió un cambio hacia condiciones de mayor humedad. La tasa de sedimentación eólica disminuyó considerablemente al tiempo que comenzaba el desarrollo de los suelos actuales en interfluvios y piedemontes serranos (Borrero et al.1998; Zárate y Flegenheimer 1991; Zárate et al. 2000; Zárate 2006). En el registro polínico en este período se registró un cambio desde una vegetación de estepa herbácea psammofítica de contextos semiáridos hacia una característica de ambientes locales con mayor cantidad de humedad efectiva (Prieto y Páez 1990). Estas evidencias estarían indicando el establecimiento de un clima subhúmedo a húmedo que prevaleció a comienzos del Holoceno. Posteriormente, el lapso entre los 10.000 y 6.000/5.000 años AP se presenta estable en cuanto a las condiciones ambientales inferidas desde los sedimentos. Un nuevo cambio se registra durante el Holoceno medio, cuando alrededor de los 5.000-4.000 años AP, a través de un nuevo incremento en la tasa de depositación de loess, se evidencia una tendencia climática subhúmeda a seca (Zárate et al. 2000). La secuencia polínica también indica para este período el reemplazo de la comunidad vegetal de suelos saturados por la de pastizal (Prieto y Páez 1990). La situación climática fue variable durante el Holoceno tardío pero la depositación de loess continuó en el marco general de características subhúmedas a secas. Un cambio gradual hacia condiciones de mayor humedad tuvo lugar durante los últimos 1.000 años hasta el establecimiento del clima actual (Zárate et al. 2000; Zárate 2006). 22 2. El espacio humano y su temporalidad “No existe oposición entre historia y tierra. La vida de las personas y las historias de sus relaciones pueden trazarse en las texturas de la tierra.” (Ingold 2000:150) Pasado y presente atraviesan cada rincón de nuestros espacios. El tiempo, ya sea lineal o cíclico, es una dimensión más del espacio humano (Ingold 2000). Tiempo y espacio son puntos esenciales de contacto entre la arqueología y la antropología social, ya que la vida humana es un proceso que involucra el paso del tiempo y es este mismo proceso el que da forma a los lugares en los que la vida humana se desarrolla (Ingold 1993). Por este motivo, el marco temporal de este trabajo de tesis lo dicta el devenir de la presencia humana en el ámbito serrano. El pasado, conocido a través de las investigaciones arqueológicas desarrolladas hasta la fecha, comienza en la transición Pleistoceno-Holoceno momento a partir del cual se cuenta con evidencias de ocupaciones humanas en el área. El presente, en el marco de esta investigación, tiene que ver con la actualidad de la comunidad local en relación con el entorno serrano y el conocimiento de su pasado. 2.1. EL PASADO Y LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA ZONA Los primeros grupos humanos, de los que existen evidencias en el entorno serrano, se apropiaron de cimas, cuevas y pequeños reparos rocosos para llevar a cabo las diversas actividades de su vida cotidiana durante el Pleistoceno final- Holoceno temprano. El amplio aprovechamiento de los diferentes microambientes y su ocupación recurrente señala que estaban sumamente familiarizados con el espacio por el que se movían (Flegenheimer 1994). Eran grupos altamente móviles que contaban con un equipo de instrumental lítico muy transportable (Bayón y Flegenheimer 2004). En el tratamiento de la roca para la manufactura de sus instrumentos evidencian su destreza como artesanos, el conocimiento acabado de la tecnología y una estrategia de conservación aún cuando conocían muy bien la disponibilidad en el ambiente de las diversas materias primas y se encontraran cerca de sus fuentes (Flegenheimer 2004). 23 Explotaban una amplia diversidad de recursos faunísticos contando con la tecnología apropiada para hacerlo (Mazzanti 2001b). Por medio de las piedras, los objetos decorados y posiblemente la ornamentación personal han trasmitido mensajes simbólicos e información social que hoy se nos escapa (Bayón y Flegenheimer 2003; Mazzanti 2001b; Flegenheimer et al. 2005). Estos tempranos ocupantes serranos parecen haber usado también las llanuras y establecido relaciones sociales con grupos distantes (Flegenheimer 2003). No existen certezas de lo sucedido durante el Holoceno medio con los grupos humanos en el área. Algunos de los espacios usados en tiempos anteriores son ocupados nuevamente, pero en general solo en forma efímera (Mazzanti 2001b; Mazzia y Flegenheimer 2007). Es recién durante el Holoceno tardío cuando nuevamente se manifiesta el uso intensivo y recurrente de ciertos espacios serranos. Las evidencias arqueológicas señalan importantes innovaciones tecnológicas y cambios profundos en diferentes esferas de la vida social de los cazadores recolectores tardíos, que incluyen la demarcación territorial mediante manifestaciones simbólicas (Mazzanti 2001b; Mazzanti 2007; Mazzanti y Valverde 2003). Esta apretada y simplificada reseña del pasado humano en el espacio serrano es el resultado de más de medio siglo de investigaciones. En el año 1937 se publica por primera vez información sobre hallazgos arqueológicos en cuevas del sistema serrano de Tandilia. Se trata de las cavernas Ojo de Agua y Las Hachas excavadas por el geólogo Augusto Tapia en sierras ubicadas en el partido de Balcarce. En sus descripciones, Tapia da cuenta de la actividad de grupos humanos paleolíticos a partir de artefactos manufacturados en rocas cuarcíticas, restos de fauna partidos y carbones vegetales (Tapia 1937; Menghín y Bórmida 1950). Tapia les asignó a dichos materiales una gran antigüedad en base a la secuencia estratigráfica generada a partir datos geológicos y paleontológicos. Si bien gran parte de esta información ha sido desestimada posteriormente, su investigación resultó precursora en la exploración de la zona, despertando el interés por las posibilidades que las sierras podían ofrecer al conocimiento sobre el pasado arqueológico (Flegenheimer 1982). Por su parte, Diana Mazzanti (2007) destaca, de estos primeros estudios, la mención que hace Tapia sobre restos de alineamientos de pircas frente a la boca de ambas cavernas, estructuras similares a las que ella ha detectado en sitios con evidencias post conquista de la región: Cueva Tixi, La Cima, Cerro del Diez, Amalia S2 y S3 y El Quebracho. Años después, tras examinar los materiales recuperados por Tapia y sus interpretaciones, Osvaldo Menghín decidió profundizar los estudios en los abrigos 24 rocosos de Tandilia. Luego de un primer viaje de reconocimiento, en el año 1950 realizó excavaciones junto a Marcelo Bórmida en las Grutas del Oro y Margarita. Ambas se encuentran ubicadas en la ladera N del cerro del Oro, en el cordón conocido como Cuchilla de las Águilas del partido de Juárez, distantes 120 km de las cavernas publicadas por Tapia (Menghín y Bórmida 1950; Teruggi 1968). Menghín y Bórmida describieron en detalle la forma y las dimensiones de cada una de las cuevas, como así también las excavaciones realizadas y los materiales recuperados en ellas. En la Gruta del Oro hallaron instrumentos líticos junto a desechos de su manufactura y pequeños carbones vegetales. Éste les resultó un espacio propicio para la ocupación humana ya que proveía a la vez abrigo y agua. La Gruta Margarita, a solo 30 m de la anterior, presentó dimensiones menores y desechos de talla lítica como única evidencia humana. De acuerdo con las características tipológicas del material lítico recuperado por ellos, sumado al hallado por Tapia, definieron la existencia de un complejo cultural al que denominaron Tandiliense, de morfología protolítica y perteneciente, según su perspectiva histórico-cultural, a una cultura de cazadores recolectores inferiores. Para este complejo cultural Menghín y Bórmida establecieron una cronología temprana post- glacial, de entre 6000 y 5000 años a.C., basada en una secuencia paleoclimática generada a partir del análisis sedimentario y correlacionada con la secuencia propuesta por Auer para Tierra del Fuego (Menghín y Bórmida 1950, Orquera et al. 1980). En la década siguiente, Guillermo Madrazo (1968) y Mario Teruggi (1968) revisaron críticamente estas conclusiones y las fuentes sobre las que se basaban. Madrazo reabrió las excavaciones en la Gruta del Oro y discutió la cronología temprana propuesta para el Tandiliense y sus industrias derivadas; con la certeza de que esta cronología debía acortarse pidió a Teruggi un diagnóstico geológico (Nastri 2005, Politis 2005). La interpretación estratigráfica realizada por Teruggi afectó la edad del complejo cultural al proponer que los sedimentos que contenían los materiales correspondían como máximo al primer milenio después de Cristo (Teruggi 1968). Como resultado, Madrazo sostuvo que el Tandiliense incluía industrias tardías correspondientes a cazadores superiores (Madrazo 1968, 2002). Años después, Luis Orquera, Ernesto Piana y Arturo Sala (1980) no conformes con la incertidumbre que pesaba sobre las investigaciones en la Gruta del Oro reabrieron el debate y la excavación. Su trabajo confirmó las observaciones estratigráficas propuestas por Menghin y Bórmida y la antigüedad de los hallazgos con un fechado sobre humus de 4610 ± 80 años a.C. Sin embargo, refutaron la idea de que 25 los materiales recuperados evidenciaran la totalidad del instrumental utilizado por los grupos humanos que habitaron la zona en el pasado, motivo por el cual no podía conformarse a partir de ellos la idea de un complejo cultural ni una industria Tandiliense (Orquera et al. 1980). Más allá de las revisiones, discusiones y críticas generadas a partir de las investigaciones llevadas a cabo en las sierras durante los años cincuenta, varios aspectos resultan destacables. Con la propuesta de Menghín se retomó la idea de cierta profundidad temporal en el pasado pampeano (Flegenheimer 2004) descartada anteriormente por los críticos de Ameghino. Además, se promovió explícitamente la profundización del conocimiento del pasado serrano resaltando las condiciones favorables que la región ofrecía para el desarrollo de investigaciones arqueológicas como la “…excelente red de comunicaciones e intensiva colonización…” (Menghin y Bórmida 1950:35). También se abordaron temáticas, si bien no en profundidad, que posteriormente serían claves en los estudios arqueológicos realizados en las sierras: la manufactura de los instrumentos líticos y la procedencia de las materias primas. Resulta importante subrayar que las intervenciones de Madrazo en las sierras no se limitaron a la cuestión de la Gruta del Oro. A partir de su trabajo en el Museo Dámaso Arce de Olavarría fue convocado para dictar conferencias y brindar asesoramiento como referente del ámbito arqueológico en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, como fue el caso del partido de Lobería (Madrazo 2002; Politis 2005). Desde el año 1967, Madrazo realizó prospecciones y excavaciones convocado por el entonces director del Museo de Historia y Ciencias Naturales del Club de Pesca de Lobería1 Gesué Noseda, aficionado local y gran promotor de las investigaciones en las sierras. Junto a los resultados de estos relevamientos, Madrazo publicó en el año 1972 el primer registro de la región pampeana de puntas de proyectil del tipo cola de pescado halladas en superficie en la cima del cerro El Sombrero, materiales que consideró tempranos por ser comparables a las puntas de Fell y Palli Aike (Madrazo 1972, 2002). En el cerro El Sombrero se halla entonces el primer sitio arqueológico temprano publicado para la zona donde se desarrolla la presente investigación. Como veremos más adelante, su estudio fue retomado en profundidad y de forma sistemática en la década de 1980 por Nora Flegenheimer quien confirmó su importancia como evidencia del poblamiento temprano de la región. 1 Actualmente renombrado Museo G. P Noseda 26 También a fines de 1960 y principios de 1970, otros dos investigadores realizaron breves incursiones en la zona: Ciro Lafón y Rodolfo Casamiquela. En el año 1967, Lafón realizó una excavación parcial de un pequeño abrigo rocoso en la ladera O del cerro Chato al que denominó sitio Los Helechos. Nora Flegenheimer y Cristina Bayón (2000) reabrieron la excavación en el año 1999 recuperando materiales líticos asignados a una ocupación efímera temprana mediante un fechado sobre carbón de 9640 ± 40 años AP. Por su parte, Casamiquela publicó junto a Noseda los resultados del estudio de un entierro humano post conquista hallado en el paraje Dos Naciones. En esa oportunidad, los hallazgos se realizaron en la llanura, al NO del cerro El Sombrero y en las inmediaciones del arroyo El Invierno (Casamiquela y Noseda 1970). Su importancia radica en ser el único sitio con restos humanos descripto para la zona en estudio. A comienzos de la década de 1980 tomaron notable impulso las investigaciones arqueológicas de la región pampeana con el inicio de prospecciones y excavaciones continuas en casi todas las áreas de la Pampa Húmeda (Berón y Politis 1997). Los proyectos que comenzaron a desarrollarse por ese entonces tuvieron un marcado enfoque microregional, dejando atrás los estudios focalizados en sitios o localidades aislados (Politis y Madrid